Estas figuras son conocidas como “Jizō” o “Jizō Bosatsu”, y son muy queridas por los japoneses, ya que son ni más ni menos que los guardianes de los viajeros, los niños y las embarazadas.
Los jizō son la representación de la deidad budista “Ksitigarbha”. Son protectores de los niños, y es por eso casi siempre tienen pequeños gorros, bufandas y baberos que les obsequian los padres para agradecer por la salud de sus hijos. También se cree que protegen a los niños que no han llegado a nacer, o a los niños que han muerto antes que sus padres. Y es por eso que reciben las mismas ofrendas de los padres que han sufrido una pérdida, para que los jizō cuiden del alma de sus hijos y los ayuden a superar el dolor.
Como mencioné más arriba, también son los guardianes de los viajeros, y es por eso que es muy común encontrar estas estatuas incluso en los bordes de las carreteras y en los rincones de algunos caminos, en donde se las puede ver casi escondidas entre la vegetación.
Se las puede encontrar tanto en las ciudades como en las zona más rurales. El hecho de que los jizō sean los guardianes de los niños hace que la gente tenga un aprecio y respeto muy especial hacia estas figuras. A esto se debe la cantidad de estatuas que hay por todas partes en Japón.